lunes, 15 de abril de 2013

Lutero Vs Erasmo

A partir de 1519 las dos partes enfrentadas, esperan a que Erasmo tome partido. Erasmo no puede sostener a Lutero porque no desea una división de la Iglesia, por tanto rehusa tomar partido. Considera que hay que atacar las raíces del mal, como el odio de la corte pontificia, su avaricia y su tiranía; y las prácticas que perjudican a la libertad cristiana, como la vida monástica y las devociones maquinales y externas. Erasmo pedirá a todos que apoyen su concepción de la reforma, y elude las invitaciones de Roma a que responda a las críticas bien fundadas y exactas de Lutero. A partir de entonces Erasmo será sospechoso de herejía.
Erasmo intentó lograr una paz sin victoria entre Roma y el Evangelismo colaborando para ello con el dominico Faber, ambos coincidieron que si se daba a la bula condenatoria de Lutero fuerza de ley, la Iglesia quedaba amenazada de cisma. Para ellos, Roma tenía que suspender el efecto de la Bula y aceptar la opinión de una comisión compuesta por hombres sabios, integros y designada por el Emperador, el rey de Inglaterra y el rey de Hungría.
A pesar de todo, esta opinión conciliadora se vio en peligo porque Lutero quemó la Bula papal. La dieta de Worms significó el principio de la tragedia y el fracaso de la política propugnada por Erasmo. Finalmente Erasmo se marcha a Basilea donde se le presiona para que tome partido.
Cuando transcurre el tiempo las posiciones de Erasmo se hacen más radicales y despreciativas hacia la posición de Erasmo. Es entonces cuando Erasmo siente que ha llegado el momento de salvar lo más posible en esta revolución luterana.
Cuando del lado luterano llegan rumores de que Erasmo prepara un ataque contra Lutero, éste escribe advirtiéndole que no le lance a polemizar si no quiere ser tratado por Lutero sin comedimiento. Erasmo, sin embargo, redacta el “De Libero Arbitrio”, donde toca el punto principal del luteranismo. Su defensa del libre albedrío no es otra cosa que la protesta de la conciencia común contra la negación atrevida de las obras. Dice Erasmo que si nuestro esfuerzo no ha de cambiar nada, muchos dirán que hay que seguir nuestra pendiente sin hacer nada, ya que Lutero afirma que el libre albedrío no puede nada. Desde entonces Lutero se convierte en enemigo de Erasmo, al igual que sus seguidores que no perdonan a Erasmo que siga unido al Anticristo de Roma.

Las Conquistas Luteranas

Las conquistas luteranas se imponen rápidamente a despecho de la oposición imperial. La Sajonia electora y Hesse adoptan las fórmulas de la Reforma desde 1527, así como numerosas ciudades libres, como Nüremberg y Ulm. A éstas les siguen en seguida el margrave de Brandeburgo y el gran maestre de la órden teutónica Albert de Brandeburgo, que se proclama duque de Prusia, conservando personalmente los bienes de su orden (1525). Pronto la Reforma desborda el marco del Sacro Imperio. Por convicción y por interés político, Gustavo Vasa, artífice de la rebelión sueca contra Dinamarca, adopta las ideas luteranas en 1524 y rompe con Roma en 1527. Estos suecos obligan a Lutero, cualquiera que fuera su indiferencia hacia las formas institucionales, a definir una iglesia  para satisfacer la necesidad natural de los fieles de verse encuadrados y aconsejados y de recibir los sacramentos. Convencido de que la verdadera Iglesia es invisible, el reformador acepta dejar en manos de los principes y los magistrados la formación de las iglesias locales, la elección de los pastores y su vigilancia y los ritos liturgicos. Se contenta con proporcionarles una confesión de fe.

 

El dogma luterano

Los dogmas de Lutero se exponen en El Pequeño y Gran Catecismo (1529), en la Confesión de Augsburgo (1530), y en el Corpus Doctrinae Christianae de Melanchton (1560).
En un primer lugar se mantiene la afirmación de base: la fe es un don gratuito de Dios, es justificación total y completa, y aporta esperanza y caridad. La única fuente de fe, el canal por el que Dios la otorga, son las Escrituras, de las que Lutero rechaza algunos textos dudosos. Todos los fieles, con ayuda del Espíritu Santo, pueden interpretar las Escrituras en el sentido deseado por Dios. Sólo se debe considerar esta convicción interior, sin referencia a las autoridades humanas. La vida de la fe se expresa por el abandono a Dios en la seguridad de la salvación; por la recepción de los dos sacramentos instituidos por Dios: el bautismo, por el que se entra en la comunidad de los creyentes y la comunión, que es la participación de Cristo; por las obras, que no son medio de justificación, sino una forma de glorificar a Dios; por un culto, que es también acción de gracias, fundado en el canto colectivo, la predicación y la comunión. Dios es el único honrado, quedando excluidos los santos.
La doctrina luterana aporta a los fieles una profunda renovación de la propia concepción de la religión. La confianza del creyente en su salvación es una seguriad contra la angustia existencial. La simplicidad dogmática y litúrgica, el empleo de la lengua vulgar y la promoción de los laicos son otros tantos triunfos para el evangelismo. Pero Lutero desencadena un movimiento de pensamiento que le supera rápidamente.